Inicio » Catálogo » Antología del microrrelato en Canarias
La abundancia de publicaciones de y sobre microrrelatos que se editan en la actualidad, así como la cantidad de concursos y talleres publicitados a través de casi todos los medios de comunicación, son una prueba de que estamos asistiendo a la consolidación de otra forma de contar, de hacer literatura gracias a este nuevo género. Se ha intentado concretar los parámetros que lo definen a través de sus coincidencias con otras formas literarias, en especial con el cuento. Tanto abundar sobre su carácter fronterizo, el coqueteo descarado con otras especies narrativas y su capacidad para mimetizarse con ellos, ha convertido una de sus características principales —de las pocas que le son inherentes— en defecto que imposibilita su definición y, por tanto, la excusa para negarle entidad genérica, o hasta su existencia por ser fragmentario y dependiente de un texto de mayor envergadura, calificándolo de subgénero del cuento contemporáneo.
Para definir algo de lo que no se tiene una idea clara, se puede recurrir al antónimo. Así que, atendiendo a su carácter lúdico, probemos a definir lo que no es un microrrelato.
Igual que un cuento breve no es una novela corta, un microrrelato no es un cuento más cortito de lo normal.
Un microrrelato no es una frase ingeniosa, aunque todas sus frases puedan —¿deberían?— ser geniales. Ni un aforismo, cita, chiste, greguería, eslogan, pensamiento o prosa poética.
Un microrrelato no lo conforman unos versos sin salto de página, aunque puede (y casi debe) ser lírico, si nos atenemos a la definición clásica según la cual, un escritor era alguien que, simplemente, sabía escribir; sin embargo, un poeta era aquel que sabía escribir poética, literariamente diríamos hoy.