Inicio » Catálogo » Sobreviví: testimonio sobre la violencia de género
Valor y coraje. Creo que estos dos términos definen el contenido de este pequeño relato. Aunque corto en extensión, encierra un grandioso contenido de una experiencia que ha cambiado la forma de vida de su autora.
Quien busca en él una lectura amable, cómoda, de contenidos semánticos y sintácticos exquisitos, narrativa cuidada, etc..., desde luego, este no es el texto más adecuado.
Lo cierto es que nos enfrentamos, con su lectura, al relato de una experiencia dura, cruda y desgraciadamente ya habitual en nuestras vidas: La violencia de género.
Mónica, (1973), en su corta existencia, ha tenido que pasar por un verdadero calvario fruto de un luctuoso suceso que tuvo mucha repercusión a nivel insular. El suceso en sí no dejó de ser una noticia más que llenaba las portadas de los medios de comunicación, sin embargo, este acontecimiento nos traslada a la parte más oscura del ser humano, a sus relaciones y sus actitudes sociales para con el próximo.
El recuerdo, el amor, el vacío, la rabia, la impotencia, la fe, la esperanza, la búsqueda incesante de un sentido a tanto sufrimiento, son el origen de esta narración. Pero lo más extraordinario es que ha sido capaz, a pesar de su extremada dureza, de plasmar su experiencia para que todos seamos partícipes de ella, para que todos conozcamos qué sintió y qué siente, y con ello, transmitir un mensaje de esperanza y valentía a las personas que están pasando o han pasado por tan amarga experiencia.
Coraje, porque ha sabido dar la cara a sus temores, a sus inseguridades, afrontando su tragedia con el sinsentido aparente que gobierna su nueva vida y porque no ha rendido pleitesía a quienes piensan que lo mejor es olvidarlo todo. Ha aprendido a vivir con ello sin rencor, transformando su rabia en fuente de inspiración para construir un futuro que, a todas luces, le deviene gozoso y lleno de proyectos, ilusiones y de mucha fuerza para ser feliz, porque, como todos, se lo merece.
Significativo es señalar que a lo largo del recorrido de su texto aparece expresamente la preocupación por sus padres, hermanos, familiares y amigos. No por cómo se sentirán para afrontar esta situación sino por lo que han tenido que pasar y sufrir por ella en los momentos más delicados de su recuperación. Le duele sus seres queridos, olvidándose de sí misma y preocupándose en demasía por los suyos.
Con ello, Mónica nos da una soberana lección de lo que significa la familia y los amigos. Valores que para muchos son considerados obsoletos y anacrónicos. No en vano ha cultivado durante toda su vida cientos de amigos porque entiende, por naturaleza y sabiamente, que el servicio y la ayuda desinteresada al prójimo es el motor que alimenta su vida.
El escritor Antonio Gala, autor que admira Mónica, afirmó alguna vez que: “... considera el dolor como un gran maestro, más que la felicidad, puesto que enseña a ser más comprensivo..." y ella, les aseguro que está haciendo de su dolor un gran maestro porque en la felicidad es maestra de maestros.
Adentrémonos pues en su relato aprendiendo de su experiencia y comprometiéndonos con el sinsentido de la violencia de géneros, sin tolerancia, que no quede en una estadística fría de esta aberrante realidad y apartarnos de los intereses mezquinos y machistas que intentan fiscalizar su historia y la de miles de mujeres que la sufren a diario.
