Inicio » Catálogo » Partes del tiempo (2006-2007)
De la montaña: esta sección fue escrita en Gredos, en setiembre y en noviembre de 2006 —excepto los fragmentos Vii y X, escrito uno en El Ciego y el otro en Lerma, en las mismas fechas. De la orilla: el escenario de estos poemas es Playa del Águila, una pequeña bahía de piedras negras al sur de Gran Canaria. allí fueron escritos todos ellos en febrero y marzo de 2007. De Florencia: escrita en enero de 2007, entre Florencia y Madrid. Quizás no estaría de más indicar que el fragmento i alude a La Anunciación de Fray Angelico, en el convento de san marcos; el II a la escena de la expulsión del Paraíso, de masaccio, en la Capilla brancacci, el Vii y el Viii a las ruinas de Fiésole, el iX a Susana y los viejos, de Lorenzo Lotto; el X rememora el poema de Wallace Stevens Anglais mort á Florence. El inglés evocado en los versos de stevens es, probablemente, Scott Moncrieff, poeta y traductor de Proust. Lamentables son los versos que necesitan explicación; pero quizá al lector no le venga mal tener a manos estas referencias mínimas. Del desierto: el lugar aquí es múltiple: Marruecos, Argelia, Jordania, y Siria, principalmente. Y también las fechas de la experiencia que motivó los poemas: entre 1985 y 1995. Pero todos fueron escritos en Playa del Águila, en julio y agosto de 2006, a la vista de las dunas de maspalomas —anticipo —o prolongación, según se mire—, de aquellos otros (o los mismos) desiertos. La imagen que abre el fragmento i de esta sección tiene su origen en un recuerdo cinematográfico erróneo: cuando lo escribí tenía en mente una escena de Lawrence de Arabia en la que el protagonista enciende una cerilla y en el plano siguiente aparece el sol, amaneciendo sobre el desierto. En una nueva visión de la película observé que ocurre justamente lo contrario: Lawrence apaga el fósforo con sus dedos, y seguidamente aparece el sol, etc. aunque equivocada, mi deuda es real, y dejo aquí constancia de ella. En otros poemas surgen algunas —pocas— referencias (derivaciones, mejor) librescas que, por conocidas, no exigen reconocimiento —el color de una fruta, el peso de una isla, etc. Las he usado a la manera de comodines de tahúr; aunque no dejo de pensar que habría sido mejor buscar un rey, en vez de su sustituto.