Inicio » Catálogo » La población esclava de Teror (1605-1725)
La vieja institución de la esclavitud surge en Canarias desde el mismo instante en que los europeos tomaron contacto con el archipiélago, allá por los siglos XIV y XV. Al principio fueron los propios indígenas los primeros en ser sometidos al cautiverio, pasando a convertirse en propiedad de los conquistadores y colonos recién establecidos en las islas, además de ser vendidos en los principales mercados peninsulares y europeos, tal como se han encargado de señalar las historiadoras Vicenta Cortés y Manuela Marrero, a quienes se cita en el apartado bibliográfico. Posteriormente, la implantación del cultivo de la caña de azúcar y la necesidad que surge de importar abundante mano de obra, capaz de producir rápido y a bajos costos, dio lugar a la introducción de esclavos procedentes del continente africano, tanto blancos (musulmanes o moriscos) como negros, a través de la compra a mercaderes portugueses, ingleses y holandeses – con la complicidad de los reyezuelos y dirigentes locales – o mediante la práctica de cabalgadas y expediciones.
Tras el trauma que suponía su captura y extrañamiento forzoso, el esclavo era embarcado con rumbo a nuestras islas, en una travesía larga y penosa. Frecuentemente, un porcentaje elevado de ellos moría antes de llegar a puerto, resultado del hacinamiento y de unas deplorables condiciones higiénicas, pues eran amontonados en las bodegas de las embarcaciones, obligados a respirar y convivir en un ambiente fétido e infecto, producto de sus propios orines y deposiciones, tal como se encargó de denunciar y describir Fray Tomás de Mercado en su obra Summa de tratos y contratos (1571):