Inicio » Catálogo » Shakespeare: un mundo de amor y locura
Ser educado y criado en un entorno “inglés” hace que sea casi imposible no tener a William Shakespeare como icono de una excelencia que, desde muy joven, uno tiende a admirar .
El autor, en su momento, durante su investigación doctoral (títulada El Amor y la Locura en el Teatro Isabelino: Estudio de Tres Piezas) y gracias al enorme esfuerzo y la valiosa ayuda de mi tutor y director de doctorado, don Francisco Javier Castillo, elegí tres piezas shakespeareana (Otelo; Antonio y Cleopatra; Julio César) porque hacerlo de todas resultaba excesivamente “voluminoso”. Si bien, las afirmaciones y los rasgos de la producción de Shakespeare que se indicaban en aquel trabajo se pueden aplicar al resto de sus obras. De ahí que, ahora, el título sea más amplio (Shakespeare: un Mundo de Amor y Locura). De hecho, como podrán comprobar, muchas otras piezas del escritor inglés son mencionadas a lo largo de estas páginas.
El autor siempre ha creído que el arte, en todas sus disciplinas, hay que sentirlo. Y, después, aprenderlo. Porque, sin ilusión, sin atrevimiento, nos quedaremos en meros seres “memoralizadores” que nada tienen que ver con la originalidad, espontaneidad, e inventiva. Eso es lo que sintió cuando, con 25 años, escribió El Amor y la Locura en el Teatro Isabelino: Estudio de Tres Piezas; y es, igualmente, lo que quiere que vean en esta obra. Es decir, el deleite y el atrevimiento de una persona que primero se embriagó y cautivó con cada verso de Shakespeare, y luego lo estudió. Eso le llevó a hacer todo lo posible por, entre muchas otras cosas, subir al escenario del The Globe; dormir cerca de la casa natal de Shakespeare en Stratford Upon Avon; viajar a Dinamarca a ver el castillo de Hamlet; o visitar Verona para contemplar el balcón por el que Romeo trepaba hasta los brazos de Julieta.
Mejor o peor, acertado o no; este libro es su manera de sentir la producción shakespeareana. Y, desde el primero momento, quiere que quede claro que no persigue sentar cátedra o que le tengan en mayor estima por este trabajo. Sino que, apelando al atrevimiento, y puesto que todos ustedes forman parte de este gran escenario que es el Mundo, cojan entre sus manos la obra que quieran del bardo inglés, o se calcen los zapatos de uno de sus personajes, y sientan lo que, a su entender, es uno de los tesoros incalculables de la Humanidad.
