Inicio » Catálogo » Grietas del respiro
Grietas del respiro es un acre poema, escrito en perfectos endecasílabos (a lo Garcilaso, quevedo y a veces sobre todo Góngora) por un científico de la palabra, teórico de la literatura y filósofo del lenguaje, un poema en el que desde el centro mismo del venirle abierto mundo a la existencia, del venirle abierto a la existencia mundo con centro en la palabra, ésta se muestra en el has tío, la acedía, el vacío, la deses peración en los que la palabra se ve, al quedar rechazada por el centro en que ella misma consiste, rechazada por lo que, siendo el centro de ella, resulta lo totalmente ajeno a ella. Ella se vuelve el brillo de lo que para sí no acaba siendo sino una impenetrable oscuridad. Y en el tenerse delante en tal ultimidad como lo absolutamente otro de sí, la palabra se es palabra como otro, como palabra de otro y como el decir de un absolutamente otro, como el estarse diciendo y recibien do desde infinitamente más allá de sí misma, tanto en su carácter de naturaleza como en su carácter de historia. Y ello, si es religión, no con suela como la religión, sino que hace aún más inquietante, desesperante y agria la propia extrañeza de esta perpetua “noche del sentido” en el que las palabras, cuan do en su ultimidad se ponen ante sí mismas, se convierten para la existencia contemporánea. Y eso pese a la evocación del Cántico espiritual de San Juan de la Cruz y precisa mente cuando ese cántico más resuena. La propia per fec ción formal del verso, con la que en este poema el de cir parece discurrir con absoluto desdén hacia su propio drama que abraza el cosmos todo, la rara riqueza de vocabulario con que el sentido del verso se cierra sobre sí mismo y se hurta al lector, se convierten en ingredientes de esa extrañeza con la que la palabra se pone aquí ante sí misma. La nada de sí misma, la vacía presuposición de sí misma desde la que la palabra ya siempre se encuentra hecha carne como emergiendo de su propio limo cósmico y de su propio limo histórico (tan bien descrito este último por los planteamientos fenomenológicos de filosofía del lenguaje y también por planteamientos holistas en Filosofía Analítica del Lenguaje como los de Wittgenstein, quine o Brandom), esa vacía presuposición de sí misma, esa nada de sí misma, a la que la pa labra parece llamarse a sí misma como llamándose a la fuente desde la que queda dicha, se convierte en lo que el dicho bíblico en su traducción latina ad te omnis caro veniet (a ti acabará viniendo toda carne) ya siempre fue: no se sabe bien si salvación o condenación, si amenaza o promesa, si consuelo o desesperación. Como se dice en el Ulises de Joyce (una obra en la que “la ola, el continuo flujo” de palabras cumple una función similar), haciendo una vez más referencia al prólogo del Evangelio de San Juan, “En el vientre de la mujer la palabra se vuelve carne, pero en el espíritu del hacedor toda carne que pasa se convierte en palabra que no ha de pasar. Esto es la post creación. Omnis caro ad te veniet”.
