Inicio » Catálogo » Intemperie
Marcos, siguen empeñados en expulsarnos de la polis; dicen que no reflejamos las ideas de nuestro tiempo, porque estamos ante la poderosa imagen, imagen de la realidad que no debe admitir duda.
El paradigma que aparece y desaparece, como si dependiera de una forma de hacer política, de una política con la mayor ausencia de ideología ―Platón ya nos expulsó por eso mismo― y en este espacio, intramuros, ya no queda plaza para el espíritu, para la intimidad, la dignidad o la escritura con alcance universal.
Me obligué a releer parte de tu obra, no recordaba mucho, pero no es desinterés sino edad; eso que algunos cumplen como si no ocurriera o vaya a ocurrir nada.
Aquella pleitesía despavorida, tremendo umbral del poemario, de esas piezas que se engarzan y hablan del ser humano ¿de qué si no está hecho el mundo?
Pero me llama poderosamente la atención, mi interés máximo, esos otros poemas que dejaste para que lo fuéramos leyendo de a poco y donde destella una vez más el brillo del verbo, del adjetivo exacto, del verso truncado, del verso estructurado en la paciencia del que escribe por necesidad y no por obligación.
Cuando estabas por aquí hablamos en ocasiones de la poca o nula capacidad que tenía y tiene la poesía para cambiar, ya no el mundo ―si supieras cómo está esto ahora que escribo, no lo soportarías como no lo soporta casi nadie―, pero que se admite como parte de otra realidad que se nos fue de las manos: ahora y antes.
Publicar quizás sea más realizable ahora, pero escribir bien como tú es más complicado; la madeja cultural no deja mucho espacio a la palabra. Te acercaste a la edición, a la calle, al reconocimiento, con un libro que se había desangrado en un premio, única vía para poder tener en la calle un texto.
Pero sigue siendo difícil la coexistencia de una producción que para algunos no merece atención: últimamente hemos tenido casos de poetas que después de sesenta años escribiendo y malviviendo y después de fallecer le otorgan algún premio para que lo disfrute en el ocaso.
Cuando el editor de este libro me llamó para pedirme unas líneas para el mismo, teníamos entre manos una nueva colección de poesía y andábamos buscando título a la colección y le propuse al editor que se debería llamar Página indeleble, como la primera parte de tu libro Pleitesía despavorida. Así pues la nueva colección de libros de poemas se llama desde este mismo instante Página indeleble. Porque a pesar de las pequeñas heridas que encierra tu poesía en tu obra hay también versos que no cicatrizan y que hacen que no se borre el acento ni con las últimas nieves de este invierno.
Porque indeleble es también tu escritura como lo fue tu amistad y toda tu vida.
Trata este volumen de tu obra, breve como la de los maestros, y fiel a la coherencia del que la escribió y la coherencia casi siempre pasa cuantía, menos para algunos donde las voces sacudidas por tu palabra siguen diciendo, estremeciendo, iluminando y asombrando que es el deber de este oficio y de sus oficiantes.