Inicio » Catálogo » Los caminos tradicionales de Canarias: El Hierro
Tan distante, tan distinta; tan pequeña, tan compleja. La isla de El Hierro, con sólo 269 Km2, tiene una forma groseramente trilobulada, que le asemeja en planta tanto a un boomerang como a una herradura, aunque su nombre nada tenga que ver con este pié artificial equino. Es abrupta, pues su perfil troncopiramidal alcanza unas alturas que oscilan entre los 1.200 metros de la Meseta de Nisdafe y los 1.400 de los afilados escarpes de las dentelladas de El Golfo o de Las Playas.
Lo que más sobresale en la isla son sus fuertes pendientes, algunas de ellas verticalizadas, e incluso extraplomadas, la falta de suelos feraces, la porosidad de su roquedo, la escasez de recursos hídricos. Esto la ha convertido en una isla tradicionalmente exportadora de sus excedentes demográficos hacia las islas grandes de Tenerife y Gran Canaria y, curiosamente, muy en menor medida, a Cuba o Venezuela. Le ha costado más de un siglo duplicar su población, para llegar actualmente a los diez mil habitantes.
Su aislamiento en relación con el resto de las islas, e incluso dentro de ella misma entre sus distintas zonas, es proverbial, y sólo se ha mitigado en las últimas tres décadas merced a los fondos comunitarios europeos de cohesión social. Es decir, la solución ha tenido que venir desde el continente, que no desde la Península ni del resto de las islas con poder de decisión sobre ella, que incluye, además de a las dos antes mencionadas, a La Palma, cuyos empresarios intentaron sin éxito implantar la agricultura bananera de exportación.
Ha sido siempre la isla más pobre, con recursos ganaderos y agrícolas sólo aptos para la supervivencia de su escasa población. Pero de esa difícil realidad secular se ha podido sacar provecho turístico, merced a la belleza de sus atractivos naturales y de la rusticidad de sus terrazgos, casas y prados para la ganadería, sin duda, su principal sostén económico previo a la llegada del turismo rural.
El libro que el lector tiene en sus manos es una parte de la tesis doctoral que el autor defendió en el Departamento de Geografía de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria en septiembre de 2005 con el título Articulación territorial en espacios insulares: las vías de comunicación terrestres en Canarias, siglos XV-XIX, dirigida por Antonio Santana y por mí mismo.
El objetivo fundamental de esta publicación es abordar el estudio de la evolución de la red viaria de la isla y su relación con la organización territorial resultante. Por tanto, el autor trata de destacar el papel jugado por las vías de comunicación en la conformación del sistema socioe-conómico herreño hasta principios del pasado siglo.
La economía de la isla desde su Conquista hasta casi finales del siglo XX se ha centrado en el sector primario de secano, caracterizándose el modelo económico resultante por una situación de crisis de subsistencia permanente. Estas características explican las continuas necesidades que llevan a intensas emigraciones tan propias de la sociedad herreña. En este contexto, y como destaca el autor, la penuria generalizada impedía el desarrollo de las comunicaciones, de modo que la deficiencia que presentaba la red repercutía en un menor grado en la articulación espacial.
Los caminos son quizá las obras más decisivas en la formación y transformación del territorio, con estas palabras J. A. Fernández Ordóñez destaca el papel de estas infraestruc-turas en la vertebración y desarrollo territorial. En este trabajo, el camino se convierte en el vehículo que nos permite adentrarnos en las claves interpretativas del territorio estudiado. Para el estudio de la red de caminos de la isla el autor dedicó muchas horas de trabajo de campo además de realizar un exhaustivo esfuerzo en la consulta documental, estadística y bibliográfica, fácil de apreciar en el contenido textual. Como no podía ser menos, dada la sólida formación cartográfica del autor, los mapas y el material gráfico, contribuyen a la mejor interpretación del fenómeno analizado.
Hay que destacar la integración que en este trabajo se realiza por parte de dos disciplinas tradicionalmente unidas en lo académico y en lo científico como son la Geografía y la Historia. Como docente observo que los alumnos que llegan a las aulas universitarias de Geografía cada día conocen menos todo aquello que sucedió hace apenas diez años antes. No podemos estudiar el presente sin conocer el pasado, de ahí la visión diacrónica de esta investigación, un excelente ejercicio de interpretación de la vertebración territorial a través de la construcción de las infraestructuras lineales de comunicación: los caminos.
