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Después de años (una década ya) de no escritura del poeta, Belén Alonso y Baltasar Espinosa han revisado cuidadosamente la trayectoria seguida por su obra y han seleccionado los poemas que ahora se reúnen en ésta que ambos considerar una primera antología, a la cual le han dado el título de Vida propia, el mismo del poema programático que cierra este volumen.
Baltasar Espinosa se suma así al reencuentro generacional que pretende ser La llama sin Brasa; y aporta para ello el testimonio de su singular y muy valiosa presencia en la poesía española del último medio siglo.
Bien es verdad que desde su anonimato impenitente y desde una distancia que, en muchos casos, ha sido exilio; algo que en nada se compadece (demos gracias por ello al dios de la poesía) con esa carrera ansiosa, y en muchos casos ya verdaderamente patética, a que nos tienen acostumbrados esos tantos que se autotitulan poetas y a quienes toda la fuerza se les ha ido en hallar el mejor lugar en los escaparates de la moda o en las fotografías de las generaciones:nunca la poesía —ese respiratorio proceder de la palabra para ser— lo que parece ocuparles y, mucho menos, preocuparles. Anonimato público y distancia con respecto
a tan denigrante feria de vanidades, lo que mantiene en pie a Baltasar Espinosa y a su poesía. Y si ha dejado de escribir será, precisamente, por que considera que lo hecho, lo dicho, ha sido lo debido. Continuar —piensa el poeta, una y otra vez— sólo será redundante, actuar contra la luminosa (y no por ello menos turbadora) originalidad de su poesía. Como lectores, no queremos resignarnos a que así sea.
