Inicio » Catálogo » De aquella zafra
La frase inicial de esta novela que nos ocupa comienza como si fuera la continuación del devenir discursivo:
En principio procuraremos recordar imaginando que sea la media mañana de un día extremadamente calimoso y atosigante, uno de esos días en que te sientes como con energía frígida melancólica: -le dice el narrador al lector constructor y desconstructor de la ficción.
En cuanto a la historia, desde un principio comienza a aparecer el perfil del mundo marginal y periférico recreado en la ficción novelesca. Es el mundo del barrio que en esta novela se llama "Los Laureles", porque los barrios, como las personas, tienen nombre.
Es el barrio montañoso "y más alejado de Siete Sitios", situado, como dice el narrador, en el "centro cumbrero de nuestra isla", con una "única vía asfaltada" (p. 12). Allí hacen su aparición Azucena Arraiz, el "Cangrejo chico" --chiquillo que cuelga un escapulario de la Virgen del Carmen al cuello del chivo borracho--, las mujeres cuarentonas apoyadas en el mostrador de piedra del negocio del pueblo, el hombrón dueño del cafetín y su mujer, la voz metálica de Juan Liborio, ínclito tío materno y paterno de Azucena Arraiz, aquel sahariano de aspecto...
No podía faltar Pepe el de Lola, con guitarra y armónica para introducir la música sea con el motivo que sea: fúnebre o festivo.
Todo ese mundo marginal, situado en el límite del espacio rural y urbano, en el terreno de nadie, porque no es ciudad ni campo, se define en relación al Centro urbano desde donde se ejerce el poder.
La ironía corrosiva del narrador se muestra entre los pliegues de su discurso cuando compara la escuelita de pueblo con el "orden" imperante en el "Colegio de religiosos ricos".
Es interesante señalar, por otra parte, el juego intertextual que se trae el autor con escritores particularmente progresistas, como Pérez Galdós. A él lo reescribe evocando el último de los EPISODIOS, el titulado "CÁNOVAS".
También hay reminiscencias textuales de Nicolás Estévanez y Secundino Delgado, éste último, líder independentista de Canarias. La inclusión de tales intertextos no resulta postiza en la novela DE AQUELLA ZAFRA porque se integra naturalmente en el contexto de este mundo elemental, sin principios teóricos ni posturas falsamente revolucionarias.
"María Indígena" es uno de los personajes más entrañables. Ella, la hermana menor de uno de los personajes-narradores, expulsa al sexto de sus novios con las siguientes palabras, palabras que revelan el carácter de muchos personajes femeninos del novelar de Víctor Ramírez:
"óigame usted bien, don Adrián Vidino Martel Medina--García: mejor se nos va a la mierda con sus porquerías de bardago y no aparece más por esta casa (empleó mi hermana María Indígena el tono más meloso de su entonación habitual)".